7 de Abril.
SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE
POEMA A SAN JUAN BAUTISTA DE LA
SALLE
El fiel San Juan Bautista de La Salle
El gran renovador de la Educación
Muy preocupado por la situación
Muy preocupado por la situación
De todos los niños de la calle.
Nacido en la hermosa Réims, Francia,
“Ciencia y virtud” lo que buscaba él,
Le interesaba mucho la fe
Y por el saber tenía ansia.
Hermanos de las Escuelas Cristianas
La congregación que él mismo fundó
Llevó una vida santa y diáfana.
La congregación que él mismo fundó
Llevó una vida santa y diáfana.
Y, como semillas, esparció
Sus Colegios, sus Escuelas Cristianas
Sus Colegios, sus Escuelas Cristianas
Y por todo el mundo su obra quedó.
Ibrahim Fajardo Muñoz
Venezuela.______________________________
Biografía
Si San Juan Bautista de la Salle viviera hoy aquí en la
tierra abriría los ojos aterrado al ver que la educación se ha secularizado, o
sea se ha organizado como si Dios no existiera y sólo se preocupa por hacer de
los seres humanos unos animalitos muy buen amaestrados, pero sin fe, sin mirar
a la eternidad ni importarle nada la salvación del alma. Porque para él, lo
imprescindible, lo que constituía su obsesión, era obtener la salvación del
alma de los educandos y hacerlos crecer en la fe. Si no hubiera sido por estos
dos fines, él no habría emprendido ninguna obra especial, porque esto era lo
que en verdad le interesaba y le llamaba la atención: hacer que los educandos
amaran y obedecieran a Dios y consiguieran llegar al reino eterno del cielo.
Juan Bautista había estudiado en el famoso seminario de San
Suplicio en París y allí recibió una formidable formación que le sirvió para
toda su vida. Fue ordenado sacerdote y por su posición social y sus hermosas
cualidades parecía destinado para altos cargos eclesiásticos, cuando de pronto
al morir su director espiritual lo dejó como encargado de una obra para niños
pobres que el santo sacerdote había fundado: una escuela para niños y un
orfelinato para niñas pobres, dirigido por unas hermanitas llamadas de El Niño
Jesús. Allí en esa obra lo esperaba la Divina Providencia para encaminarlo
hacia la gran obra que le tenía destinada: ser el reformador de la educación.
La Salle le dio un viraje de 180 grados a los antiguos
métodos de educación. Antes se enseñaba a cada niño por aparte. Ahora La Salle
los reúne por grupos para darles clases (en la actualidad eso parece tan
natural, pero en aquel tiempo era una novedad). Antiguamente se educaba con
base en gritos y golpes. El padre Juan Bautista reemplazaba el sistema del
terror por el método del amor y de la convicción. Y los resultados fueron
maravillosos. La gente se quedaba admirada al ver cómo mejoraba totalmente la
juventud al ser educada con los métodos de nuestro santo.
No les enseñaba solamente cosas teóricas y abstractas, sino
sobre todo aquellos conocimientos prácticos que más les iban a ser de utilidad
en la vida diaria. Y todo con base en la religión y la amabilidad.
La Salle empezó a reunir a sus profesores para instruirlos
en el arte de educar y para formarlos fervorosamente en la vida religiosa. Y
con los más entusiastas fundó la Comunidad de Hermanos de las Escuelas
Cristianas que hoy son unos 15,000 en más de mil colegios en todo el mundo. Y
siguen siendo una autoridad mundial en pedagogía, en el arte de educar a la
juventud. El éxito de los Hermanos Cristianos fue inmenso desde el principio de
su congregación, y ya en vida del santo abrieron colegios en muchas ciudades y
en varias naciones. Un 15 de agosto los consagró San Juan Bautista a la
Santísima Virgen y han permanecido fervorosos propagadores de la devoción a la
Madre de Dios.
Al principio algunos le fallaron porque el santo era tan
bondadoso que no podía imaginar mala voluntad en ninguno de sus discípulos.
Para él todo el mundo era bueno, y por mucho que lo hubieran ofendido estaba
siempre dispuesto a perdonar y a volver a recibir al que había faltado. Y tuvo
la prueba dolorosísima de ver que algunos lo engañaron y se dejaron contagiar
por el espíritu del mundo. Pero luego sus asesores lo convencieron para que no
aceptara a ciertos sujetos no confiables y que expulsara a algunos que se
habían vuelto indignos. Y el santo aceptando con toda humildad y mansedumbre los
buenos consejos recibidos procedió a purificar muy a tiempo su congregación.
Siendo de familia muy rica, repartió todos sus bienes entre
los pobres y se dedicó a vivir como un verdadero pobre. Los últimos años cuando
renunció a ser Superior General de su Congregación, pedía permiso al superior
hasta para hacer los más pequeños gastos. Los viajes aunque a veces muy largos,
los hacía casi siempre a pie, y pidiendo limosna para alimentarse por el
camino, durmiendo en casitas pobrísimas, llenas de plagas y de incomodidades.
Una vez pasó todos los tres meses del crudísimo invierno, en
una habitación sin calefacción y con ventanas llenas de rendijas y con varios
grados bajo cero. Esto le trajo un terrible reumatismo que durante todo el
resto de su vida le produjo tremendos dolores y las anticuadas curaciones que
le hicieron para ese mal lo torturaron todavía mucho más.
En su juventud, por ser de familia muy adinerada, había
gozado de una alimentación refinada y muy sabrosa. Cuando se dedicó a vivir la
pobreza de una comunidad fervorosa y en la cual, los alimentos eran rudos y
desagradables, tenía que aguantar muchas horas sin comer, para que su estómago
fuera capaz de recibirle esos alimentos tan burdos.
Su sotana y su manto eran tan pobres y descoloridos, que un
pobre no se los hubiera aceptado como limosna.
Su humildad era tan grande que se creía indigno de ser el
superior de la comunidad. Estaba siempre dispuesto a dejar su alto puesto y
alguna vez que por calumnias dispuso la autoridad superior quitarlo de ese cargo,
él aceptó inmediatamente. Pero todos los Hermanos firmaron un memorial
anunciando que no aceptaban por el momento a ningún otro como superior sino al
Santo Fundador y tuvo que aceptar el seguir con el superiorato.
No se cansaba de recomendar con sus palabras y sus buenos
ejemplos, a sus religiosos y amigos que la preocupación número uno del educador
debe ser siempre el tratar de que los educandos crezcan en el amor a Dios y en
la caridad hacia el prójimo, y que cada maestro debe esforzarse con toda su alma
por tratar de que los jovencitos conserven su inocencia si no la han perdido o
que recuperen su amistad con Dios por medio de la conversión y de un
inmenso horror al pecado y a todo lo que pueda hacer daño a la santidad y a
todo lo que se oponga a la eterna salvación.
Pasaba muchas horas en oración y les insistía a sus
religiosos que lo que más éxito consigue en la labor de un educador es orar,
dar buen ejemplo y tratar a todos como Cristo lo recomendó en el evangelio:
"haciendo a los demás todo el bien que deseamos que los demás no hagan a
nosotros".
San Juan Bautista de la Salle murió el 7 de abril de 1619 a
los 68 años. Fue declarado santo por el Sumo Pontífice León XIII en el año
1900. El Papa Pío XII lo nombró Patrono de los Educadores del mundo entero.
Tomado del portal católico: https://www.aciprensa.com/recursos/biografia-4482
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