Publicación.
Frente de Afirmación Hispanista.
México. 2003.
Difícil tarea la del antologista cuando en éste priva un espíritu de ecuanimidad, justicia e imparcialidad, lejos del sentido personal, porque de lo contrario, en cierto modo, decrecerían el interés y calidad de la obra. Por eso, el crítico sagaz no deja de estudiar y analizar con reticencia trabajos de tal índole. Estas reflexiones nos las sugiere esta antología del escritor y poeta venezolano Orlando Materán Alfonzo, quien demuestra una insoslayable y férrea voluntad e ilusión estimuladora al servicio y divulgación de las letras venezolanas. Porque empresas de esta índole, y en el caso concreto de Editorial Contemporánea, sin recursos ni base económica han sobrevivido, gracias al amor y devoción que por las letras y la cultura ha tenido el poeta Materán Alfonso.
Pues bien, el poeta Orlando Materán Alfonso, ha
querido adherirse a los homenajes en honor al Padre Libertador Simón
Bolívar. Su contribución va dirigida a esta antología integrada
por poetas no sólo de la patria del Máximo Héroe, sino también de
otras latitudes de América y de España, tomando en consideración
además el valor didáctico que la obra entraña pues, el autor ha
querido, en plausible gesto, que ésta vaya a manos de profesores,
maestros y estudiantes a fin de difundir tanto el valor artístico de
la poesía de cada autor en algún caso inédita, como el amor y
devoción por las glorias del Héroe. Y es que Bolívar ha sido, es y
continuará siendo a través de todas las edades fuente de
inspiración de poetas y artistas, así del verso como del pincel y
el pentagrama. Cantores de todas las latitudes del universo han
plasmado en estrofas magníficas aristas de la vida ejemplar del
genio como lo comprueban las antologías y esta Presencia
de Bolívar en la Poesía.
¡Bolívar
y los poetas! ¡He aquí!, como fontana inextinguible, armoniosa y
feliz, en la cual como ante inmenso y coruscante espejo se miran y
proyectan en contemplación las generaciones y los pueblos. Y es que,
como una corriente de simpatía en momentos distintos encuéntrame,
los unos para su elogio y exaltación, y Bolívar, para la crítica
como en el caso de su carta a José Joaquín Olmedo, poeta
ecuatoriano (Guayaquil 1780 – 1847):
Confiesa
empezar su crítica usando de una falta de oratoria, esto es, se
inicia con la censura y termina con panegírico: usted debió haber
borrado muchos versos que yo encuentro prosaicos y vulgares; o yo no
tengo oído musical, o son… o sin renglones oratorios. Pásame
usted el atrevimiento; pero usted me ha dado este poema y yo puedo
hacer de él cera y pabilo.
Por
otra parte es necesario recordar que entre las múltiples cualidades
del Libertador destaca su conocimiento y dominio de extrañas lenguas
y literaturas. De ahí que no constituyan sorpresas sus traducciones
de poemas franceses tal como lo refiere Perú de la Croix:
Después de
almorzar el Libertador fue a tomar su hamaca y me llamó para
traducir versos franceses al castellano: tomó la Guerra
de los Dioses
y lo leyó como si fuera obra escrita en español: lo hizo con
facilidad, prontitud y elocuencia; más de una hora seguí oyéndole,
con el mayor placer, y raras veces me preguntó el significado de
alguna voz. En la comida volvió S.E. a hacer el elogio de dicha
obra; pasó después a elogiar las de Voltaire, que es su autor
favorito; criticó luego algunos autores ingleses, paricularmente a
Walter Scout, y concluyó diciendo que la Nueva
Eloísa
de J.J. Rousseau, no le agrada por pesada, pero que el estilo era
admirable. Que en Voltaire se encuentra todo: estilo, grandes y
profundos pensamientos filosóficos, crítica fina y diversión.
Se
haría prolija la alusión a las distintas facetas de la personalidad
y vida del Libertador, lo que es imposible en las dimensiones de un
prólogo. Por ello nos limitamos a dos ejemplos solamente.
En Presencia de
Bolívar en la Poesía aparece la
figura del héroe elevada en la emoción del verso y en la sinceridad
del alma de los poetas, quienes en un momento de su vida sintieron
arder la llama de la admiración por la gloria de Bolívar, quien,
nacido el 24 de julio de 1783 y habiendo vivido vida breve e intensa,
predestinado para la posteridad, le sorprendió la muerte en la
quinta de San Pedro Alejandrino, Santa Marta, Colombia, el 17 de
diciembre de 1830, lejos de la patria nativa y de su amada Caracas, a
la cual habría de retomar doce años después convertido en polvo –
oro de gloria e inmortalidad – para presidir en el sagrado recinto
de la Patria, y deslumbrar a los pueblos del mundo como en su palabra
de luz lo ha expresado en dimensión de visionario el gran poeta Luís
Beltrán Guerrero:
En
la historia de la humanidad no hay figura que pueda superar a la de
Bolívar.
Pedro
Antonio Vásquez.
Caracas.
Año 2003.