Nació en San Diego de los Altos, Edo. Miranda, 1 de Febrero de
1818,
Cecilio Acosta junto con Andrés Bello, Rafael María Baralt y
Juan Vicente González forma el cuadrilátero de los clásicos venezolanos.
Fue jurista, filósofo, orador, codificador, polemista,
poeta, latinista y periodista.
LA CASITA BLANCA
Luzcan tus tardes
de zafir y grana;
rosal disfrutes de tu mango injerto;
goces, en medio a perfumado huerto,
las auras frescas de gentil mañana!
No insomnios turben
tu tranquilo sueño;
no sombra empañe tus ensueños de oro,
de esos que suben hasta el alma coro,
o infiltran en la sien dulce beleño!
Palomas bajen a
picar tu suelo,
que al lado esté de tu casita blanca,
y a pocos veas que su vuelo arranca
la turba inquieta hacia el azul del cielo!
Mires cual sitio de
encantada Ninfa
tersa laguna cual a veces vemos,
y ánsares níveos de pintados remos
cortando lentos la argentada linfa!
Haya no lejos
alfombrada loma,
que se alce apenas a la tierra llana,
y allí subas a ver cada mañana,
si el alba ríe, o cuando el sol asoma!
Haya manto de verde
y de rocío
en el momento que los campos dora
la pura luz de la rosada aurora;
y en calle de naranjos que va al río
Y se abre al pie de
la felpuda falda,
césped encuentres para muelle alfombra,
follaje rico para fresca sombra;
y fruta en que el color es de oro y gualda.
A un lado esté la
vega; el campo raso;
los ya formados sulcos por la reja;
el último que traza y detrás deja
la tarda yunta en perezoso paso;
Y montado en el
sauce culminante
el canario gentil ser rey presuma
y, ajustando la de oro regia pluma,
a vista de su imperio gloria cante!
La partida de caza
vocinglear
la quinta deje al despuntar el día;
ágil salga y festiva la jauría,
atraviese del valle a la ladera,
Recorra sin ser
vista la cañada,
y tras de tramontar los altos cerros,
saltando observes los pintados perros,
entre alegres ladridos, la quebrada;
Y después de subir
agrio repecho,
de la cima en los altos miradores,
divisen los cansados cazadores
alzarse el humo del pajizo techo!
Al terminar el día,
el afán duro
del campo cese, que el vigor enerva;
llegue buscando la feliz caterva
descanso en el hogar libre y seguro!
La parda luz de la
tranquila tarde
apague de la noche al fin el velo;
a poco luzca en el remoto cielo
de las estrellas el vistoso alarde;
Y mientras el aura
entre las hojas suena,
haya para el placer bebida helada,
en barros de primor blanca cuajada
y en medio a bromas mil rústicas cenas!
Cerca esté del
cortijo la vacada
que a las veces se sienta estar bramando,
y al tiempo del ordeño, en eco blando,
se queje la paloma en la hondonada;
Venga en totuma con
su pie de plata
la blanca leche a rebosar la artesa,
que el aire luego con su soplo espesa,
temblar haciendo la movible nata!
Que el ave matinal
tus pasos siga,
vuele confiada a tu graciosa mano,
y allí pique atrevida el rubio grano
que tú propia tomaste de la espiga!
Que tengas frutas
que en sazón maduren,
y vayas con tu cesta a recogerlas;
que tengas fuentes que salpiquen perlas;
que tengas auras que al pasar murmuren!
Murmuren cantos
bellos, celestiales,
que sirvan a borrar fieras congojas,
de esos que forman al temblar las hojas,
o el arroyo al mover de sus cristales!
Ante el altar que
en sacras llamas arde,
por ti tu madre su oración eleve,
que grato Dios hasta su trono lleve;
y El mismo en urna misteriosa guarde!
No la mía separes
de tu historia;
no mis deseos más te sean ignotos;
ni olvides nunca mis fervientes votos,
ni me apartes jamás de tu memoria!