sábado, 1 de febrero de 2020

UN CANTO A LA LIBERTAD DE MARIELA BELLO



A LOS HOMBRES LIBRES


Estar preso, es tener siempre
en las piernas inquietas,

el anhelo de tomar un camino
que lo lleve a la montaña

o lo lleve la llano,
o lo lleve al anchuroso mar.

Estar preso, es tener en el alma
las ansias infinitas de jugar
con el sol, en las manos libres,
con la luz, en los ojos libres,
con la vida, en el cuerpo libre.


Estar preso, es pedir a las aves
sus alas, para volar muy lejos
y estrellarse en los gastados muros
del patio de un cuartel estrecho y viejo.


Estar preso, es mirar en las noches  calladas
el mismo cielo silente y oscuro
con las claras y tristes estrellas
que vió ayer y veré hoy... Que verá siempre.


Estar preso es sentir en el corazón
ese eterno anhelo de amar,
ese querer darse y dar, ese entregarse ahora
a la madre, a la esposa, al hijo, al amigo
al mundo...
es dejar que ese inmenso amor
quede para siempre aprisionado
en las paredes tristes y mudas
de un calabozo angosto, gris, profundo.


Estar preso, es esconder la terrible verdad
con la risa mojada en el llanto
de la angustiosa hambre de libertad,
terrible amargura, la dura soledad,
y de los ojos se escapa cual de una herida,

el derecho de ser libres que traemos al nacer,
ese derecho que olvidan los hombres
y que ignora, paladinamente, la Ley.


Estar preso, es sentir la oscura soledad
que envuelve y tortura el alma
al - oír el timbre que recuerda
como si lo hubiera olvidado:

- "el tiempo de visita ha terminado..."
y es decir adiós alegremente
y ver como la puerta abre y cierra
su boca desdentada, inquieta y negra
llevándose en su dorso corto y triste
la amistad, el amor, la esperanza,
todo lo que llena la vida
y el preso sueña, pero jamás alcanza.


Mariela Bello
Venezuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario