martes, 17 de octubre de 2017

POEMAS DE LUDMILA QUINCOSES (CUBA)


CON UN ENJUNDIOSO ESTUDIO DEL DISTINGUIDO INVESTIGADOR DON FREDO ARIAS DE LA CANAL, ESTAMOS ANTE LA ANTOLOGIA ORAL-TRAUMATICA Y LUNAR DE LIUDMILA QUINCOSES, POETISA CUBANA, (1975) QUIEN NOS OFRECE SU VISIONES Y SUEÑOS: POEMAS ONIRICO - COSMICOS A LA LUNA. UNA TEMATICA QUE APASIONA A LOS CREADORES QUIZAS POR ESA ATRACCION QUE PROVOCA EL ASTRO EN LA CONDUCTA HUMANA.

ESPECIALMENTE EN LOS POETAS, TALES COMO JUANA INES DE ASVAJE, JUANA DE IBARBOURUOU, ALFONSINA STORNI Y DELMIRA AGUSTINI, ENTRE OTROS, QUE SON MENCIONADOS EN EL PROLOGO DE LA CITADA OBRA.



































ORACULO DE DIOS

Laudes:

Se está apagando la noche,
en todas partes resuenan cánticos;
los rincones de piedra se estremecen;
la luz empieza.
Yo que he vivido tanto en este lugar,
no lo conozco.
Yo, que he dedicado mi vista,
mi oído y mi fe a estudiar
las lenguas de los hombres
y de los ángeles,
cada mañana siento nacer el sol
con una esperanza nueva;
la esperanza de mi muerte.
¡He orado tanto al altísimo
y no me escucha!
¿Cómo tendré que suplicarle?
¿Cómo tendré que enviarle mis oraciones?
¿Bajo qué acertijo, sobre qué máscara,
si ya no soy capaz de leer a Platón,
de descifrar a Aristóteles,
de seguir cultivando mi sabiduría;
si ya mis ojos están cansados
y no son capaces de divisar
los inmensos montes que se dibujan fuera?

Altos son los montes
y fuertes como el poder de Dios.
Cuando era joven, quizás demasiado,
soñaba con alcanzarlos,
con ver todo desde lo alto.
Pero ahora estoy conforme;
ya mis piernas no soportarían
semejante caminata.
Sólo me queda escuchar,
rebosante de gozo,
esos salmos que como ellos,
en otro tiempo yo supe entonar.
Me contento con seguirlos con el corazón
y la mente absorbiendo
esa fuerza que inunda mi espíritu,
limpiándolo todo.
Ahora estoy,
como tantas otras mañanas de mi vida
sentado apaciblemente
bajo la mirada extraña de las estatuas,
que se me antojan
más grandes que de costumbre.
Creo haber perdido el sentido real.
He olvidado
la verdadera proporción de las cosas.
El banco frío me entumece la espalda.
El mármol me quema
y pienso en Jesús y en aquella tarde
del monte Calvario,
cuando supo que su Padre lo había llamado,
cuando se entregó a morir
burlando la muerte,
haciéndonos partícipes.
No siempre fui un buen monje,
lo confieso.
Fui ambicioso,
soñé con el poder.
Ahora sé que todo
no es más que un engaño.
El poder no significa nada,
al menos ése poder.
Sé que es la expansión
y todo lo que encierra;
dejar que cada milímetro
de tu cuerpo se purifique,
dejarte habitar,
dejar de ser tú
para ser luz,
melodía de ángeles en el oído,
la sabia extrañeza
de las mañanas de inviernos.
Ya lo soy todo,
y ese sentimiento
es algo que no me deja.
Sé que cuando no esté,
entre tantas cosas 
también seré Dios
lo habitaré todo
y todo habitará en mí
por siempre.
Nunca me entenderán
porque nadie se ha preocupado
jamás por entenderme.
¿Cómo es que se puede llegar a conocer
enteramente a los demás?
<<Ama a tu prójimo como a ti mismo;
pero en este largo camino
el prójimo te ignora
y goza tu dedicha
y salmodia al que te humilla.

Dios mío,
concédeme la muerte,
la vida verdadera,
todo lo que esperé desde antiguo,
lo que ansié desde antiguo.
Tantas veces he querido preguntarte:
si acaso no hubiera sido monje,
si me hubiera faltado valor
para aceptar esta entrega,
¿qué habría sido?
Tal vez un noble sin justicia,
un carcelero humano,
un guardia palatino,
un jardinero humilde.
En otra vida: ¿qué seré?
¡Acaso una muchacha vivificante y bella?
Creo que antes, mucho antes
fui un gran árbol
y a mi sombra se sentaron los vagabundos,
los monjes pobrísimos de Gautama.
Ahora que mis dedos acalambrados
no pueden sostener la pluma,
me veo precisado a memorizar mis versos
y mi rostro.
¿Cuánto habré envejecido dese entonces,
desde la última vez que la obsidiana
retuvo mi imagen insegura?

"Sombras y todo
es una eterna noche".
Sé que la verdad no es velada,
que esta forma transitoria
no es sino algo engañoso.
Pero tú decidiste que asi fuera
y te perdono.
Ampárame, guárdame de mis palabras.
La memoria es una máquina imperfecta
que reproduce y mata
y me confunde
y se está apagando en mí.
Cuando llegué a este lugar tenía ojos altivos,
manos de muchacha,
por los grandes pasadizos,
por las huecas escaleras;
el silencio me era casi insoportable.
Tenía miedo,
un miedo que me hacía frágil
como de cera.
"Aquí voy a morir".
Me veo en el portón,
entre la nieve alta de noviembre,
a punto de entrar.
Si Dios fundó en principio
tanta existencia vana,
entonces no es ésta la fe
que ha sustentado mi vida.

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