martes, 3 de julio de 2012

SONETOS DE CARLOS MARCELO CONSTANZO (ARGENTINA)

Querido par y amigo, Materán Alfonzo:

Escuálida la tarde, Otoñalera
presión sobre la atmósfera indecisa.
Ya empieza el hombre con su andar de prisa
y al árbol se le fue la primavera;

No hay esa sensación festivalera
ni el saludo extensión de la sonrisa;
travesca la abulia en la cornisa
más acá de un crepúsculo de cera.

Miro, vuelvo a mirar. Grito al espejo
de la trivial jornada, que estoy viejo
y este otoño se ensaña con mis cuitas;

me responde un silencio amarillado
en la última hoja, aquí, al costado,
con su voz de parábolas marchitas.

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El frío cala huesos, más no llega
al alma del cantor que todo liga
con la esencia sagrada de la espiga
y el fuego tan celeste que lo anega.

Esa llama lo nutre, y lo despega
del gélido sopor. La voz amiga
es luz que no adolece ni castiga,
una luz que el calor jamás nos niega.

El poeta se salva del invierno.
Pone cruz a la entrada del infierno.
Alza el idioma hasta encontrar la gloria.

El frío se detiene… Estoy salvando:
ha huido por los fondos el pecado.
Ya vuelvo a abrir las puertas de la Historia.

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Porque tú eres el orto, El principado
de una edad conveniente y valedera.
Tú señalas, aún, la primavera,
yo transito, colega, hacia un costado.

Ya se ocasa este sol privilegiado,
el invierno es muy cruel, triste la espera.
Tú estas en esa ruta, en esa esfera
que suaviza la flor y besa el hado.

Más como amigos brindaremos, ¿sabes?
con un licor de vítores de aves
y un vino de templanzas y aleluyas.
Y el orto y el ocaso, de consumo,
premiarán la pasión de cada uno,
y las cosas serán mías y tuyas.

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