Yo detuve el tiempo
en su andar
cuando ante mi
su figura
se tornó en mujer,
guitarra,
canto,
esencias que me embriagaron
y luz
que de pronto me aprisionó,
llevándome
por esas galaxias
que nunca había explorado
y entonces
supe del amor,
del fuego,
de aquella guitarra encendida
que me enseñó a decia
las cosas
de otra manera
y la tomé por esposa primero,
luego por amante,
mujer,
guitarra,
pulso
de mi canto.
ORLANDO MATERAN ALFONZO
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