Fredo
Arias de la Canal
El
compendio de la obra poética de la escritora cubana Liudmila Quincoses que
desde México nos presenta Fredo Arias de la Canal, amén de conformar un estudio
en el que se remarcan los signos del subconsciente de la autora, que el compilador
se ha encargado de hacer, da pie para adentrarse en la creación de una poesía
vivificante, como la que practica Liudmila, y que desde el horizonte literario
comienza a elevarse hasta lograr un posicionamiento en los lugares más
anhelados del Parnaso de las letras hispanoamericanas.
Como
toda obra que desde el principio invita a recorrer los caminos en que se ha
desenvuelto la palabra, ya por su presentación con una delicada imagen de la
autora en su carátula, dentro del armónico diseño del título, su compilador y
el sello editorial del FRENTE DE AFIRMACIÓN HISPANISTA, A.C. México 2017,
accedemos a un prólogo que no es ni más ni menos, que un enjundioso estudio de
Fredo Arias de la Canal, entroncado en sus trabajos sobre Nietzsche, haciendo
prolijas referencias de lo que Liudmila Quincoses emparenta su obra con aquel
pensador, con Freud, trayendo asimismo a colación sus propios estudios
publicados en la revista Norte N° 388, para apoyar sus aseveraciones en el
pensamiento de la uruguaya Juana de Ibarbourou, continuando con Alfonsina
Storni, luego Delmira Agustini y lo finaliza diciendo que este prólogo fue
tomado de Antología Cósmica de Ocho Poetas Cubanas: Amelia del Castillo,
Carilda Oliver Labra, Ana Rosa Núñez, Lalita Curbelo Barberán, Juana Rosa Pita,
Zoelia Frómeta Machado, Iliana Álvarez González y la propia Liudmila Quincoses
Clavelo.
Dicho
lo precedente, encontramos la explicación de los capítulos en que el
responsable del armado de libro de Quincoses, ha dividido la obra de la poeta
cubana. I – Oral-Traumáticos, II – Lunares, III – Oral-Traumáticos Lunares.
En
más, comenzamos a desovillar el altísimo vocabulario de Liudmila que con toda
libertad de conciencia, nos va mostrando rasgo a rasgo su yo interior, su metafórica
forma de hacernos ver su entorno para que entendamos cada uno de sus gritos
interiores que provienen precisamente de las acciones externas que van transformando
grado a grado su sentir y, por ende, su decir.
Pudiera
decirse que nada tiene de figurativo hablar de un intangible sufrimiento de su
corazón, sin embargo, la autora nos pinta con tanta firmeza, con tanta precisión
los avatares de su lucha, que es como si estuviéramos viendo la pintura de su
alma atravesada por esos “alfileres de cobre en mi corazón”, como nos dice.
Sus
dos poemas “Grabados de sangre y luna”, no dejan lugar a dudas y redondean la
idea tanática de esta parte de la obra, que sin descontextualizarse del resto,
nos habrá de introducir en la búsqueda que Liudmila Quincoses se encuentra
ocupada, para conseguir esa luz que destierre en los mañanas, esa medianoche
que afirma proviene de sus ayeres.
De
a poco su palabra llama a la claridad, como anhela su espíritu, y la luz avanza
a su encuentro. Lunas, oro, talismán brillante nos van dando esa pauta.
Un
narrador inconsciente le hace utilizar la voz masculina, como si quisiera
transferir a un tercero lo que brota de sus sentires, como puede observarse en
“Poemas en el último sendero”, todo ello en un excelente juego creacional de
personalidades.
Lo
mitológico, bíblico también, ocupa su palabra, y es posible que esté buscando
transmitirse a sí misma la explicación de ignotas epopeyas, de lo que dan
cuenta sus poemas “Mensaje a Tiatira”, “Mensaje a Esmirna” con un aproximamiento
a las deidades y reminiscencias de un Lot que al huir deja una estatua en el camino.
Finaliza
la autora con un compendio interrelacionado en el punto III, en el que navega
desde lo onírico a lo vivido, en las menciones de lugares y relación con elementos
que tienen alguna incidencia en sus vivencias.
No
ha dejado, por ello, de ser fiel a su línea de creación, cuando retoma los
poemas “Grabados de Sangre y Luna”, siendo la mención del astro una constante
con la que logra hermanar la obra que nos ha entregado. Aún en el último poema,
“Estoy en un Grabado de Durero”, Liudmila Quincoses reitera los elementos preponderantes
que ha venido utilizando, y que, permaneciendo en su tema tanático, le pone
como pie “Los territorios de la muerte”.
Por
Jerónimo Castillo
San
Luis – Argentina - 2017
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