sábado, 19 de mayo de 2018

ANDRES ELOY BLANCO




























ANDRES ELOY BLANCO...

POETA, SIEMPRE POETA

J. F. Acevedo Mijares

Con veintiséis años a cuesta llegó a la madurez poética un hombre metido en el modernismo por la influencia de talentos como Rubén Darío y Amado Nervo. La puerta de entrada a esa etapa en su Canto a España, donde se dan la mano lo español y lo americano, para despejar la duda sobre una hermandad tradicional que tuvo sus diferencias, produjo luchas y terminó por reconocer unos ascendientes comunes para marchar juntos, en busca de un solo ideal: la libertad.

No hay dudas sobre los sentimientos de Andrés Eloy Blanco. Su venezolanidad está latente pero también el reconocimiento del ascendiente y el mestizaje. Nadie pudo jamás sintetizar estas ideas como lo logró el poeta en su Canto a España. Aquí no hay fronteras... No hay espinas... No quedan misterios... No hay desesperanzas... No hay temores, reclamos ni venganzas. Andrés Eloy está en el Canto a España clamando por el americanismo y casticismo unidos en un todo para urgar las vísceras del futuro donde están Bolívar y el Quijote sujetos a una sola lanza... la que dio, preservará y guardará la sagrada libertad.

Aquí hay que mostrar esa obra maestra de Andrés Eloy Blanco... por eso se guarda esta pluma para que trabaje aquella gloriosa que nadie pudo ni podrá reemplazar.


CANTO A ESPAÑA



Yo me hundí hasta los hombros en el mar de Occidente,
yo me hundí hasta los hombros en el mar de Colón,
frente al Sol las pupilas, contra el viento la frente
y en la arena sin mancha sepultado el talón.

Trajo hasta mi la brisa su cascabel de plata,
me acribilló los nervios la descarga solar,
mis pulmones cobraron un aliento pirata
y corrió por mis venas toda el agua del mar.
Alcé los brazos húmedos a la celeste flama,
y cuando cayó en ellos el tropical fulgor,
cada brazo creció, como una rama
cada mano se abrió como una flor.                            

¡Noble encina española de los Conquistadores
que en mitad del Océano perfumas el ciclón,
bajo el mar las raíces, junto al Cielo las flores
y perdida a los cuatro vientos la ramazón!
¡Cuando yo florecía, con los brazos tendidos,
eras tú quien estaba floreciéndome así,
y fui sonoro porque tuve nidos
cuando tus ruiseñores anidaron en ml'!

¡Qué prodigio de azul! Las carabelas
tienen azul arriba y abajo y adelante!
Solo un blanco: las velas;
y un verdor de esperanza: el Almirante.

—¡Quiero volver a España! Aclamó la algarabía,
porque no presentía a en esa hora
que estando atrás España, su barca dirigía
hacia España la prora.

Y cuando al fin la Anunciación de Triana
fue de grimpola en grimpola, de mesana en mesana,
y en pleno mar la lsla irgió su flor,
paga los Reyes Magos que buscaban su nido,
aquel mundo, del mar recién nacido,
fue como el de Belén, el Salvador.

Para cantar a España, traigan a nuestro coro
unos, su voz de bronce y otros su voz de oro.

Poeta, labrador, soldado, todos,
en diversos altares y por distintos modos,
poetas, por el numen vital del optimismo!
Canten sus églogas los labradores,
entone el jardinero su madrigal de flores
y agite el navegante su poema de abismo!

Todo el mar de Occidente rebose de murmullos;
el Árbol de la Lengua se arrebuje en capullos;
haya en España mimos y en América arrullos;
el mismo vuelo tiendan al Porvenir los dos,
y el Mundo, estupefacto, verá las maravillas
de una Raza que tiene por pedestal tres quillas
y crece como un árbol, hacia el Cielo, hacia Dios!

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