ANDRES ELOY BLANCO...
POETA, SIEMPRE POETA
J. F. Acevedo Mijares
Con veintiséis años a cuesta llegó a la madurez poética un hombre
metido en el modernismo por la influencia de talentos como Rubén Darío y Amado
Nervo. La puerta de entrada a esa etapa en su Canto a España, donde se dan la
mano lo español y lo americano, para despejar la duda sobre una hermandad tradicional
que tuvo sus diferencias, produjo luchas y terminó por reconocer unos
ascendientes comunes para marchar juntos, en busca de un solo ideal: la
libertad.
No hay dudas sobre los sentimientos de Andrés Eloy Blanco. Su
venezolanidad está latente pero también el reconocimiento del ascendiente y el
mestizaje. Nadie pudo jamás sintetizar estas ideas como lo logró el poeta en su
Canto a España. Aquí no hay fronteras... No hay espinas... No quedan
misterios... No hay desesperanzas... No hay temores, reclamos ni venganzas.
Andrés Eloy está en el Canto a España clamando por el americanismo y casticismo
unidos en un todo para urgar las vísceras del futuro donde están Bolívar y el
Quijote sujetos a una sola lanza... la que dio, preservará y guardará la
sagrada libertad.
Aquí hay que mostrar esa obra maestra de Andrés Eloy Blanco... por eso se guarda esta pluma para que trabaje aquella gloriosa que nadie pudo ni podrá
reemplazar.
CANTO A ESPAÑA
Yo
me hundí hasta los hombros en el mar de Occidente,
yo
me hundí hasta los hombros en el mar de Colón,
frente
al Sol las pupilas, contra el viento la frente
y en
la arena sin mancha sepultado el talón.
Trajo
hasta mi la brisa su cascabel de plata,
me
acribilló los nervios la descarga solar,
mis
pulmones cobraron un aliento pirata
y
corrió por mis venas toda el agua del mar.
Alcé
los brazos húmedos a la celeste flama,
y
cuando cayó en ellos el tropical fulgor,
cada
brazo creció, como una rama
cada mano se abrió como una flor.
¡Noble
encina española de los Conquistadores
que
en mitad del Océano perfumas el ciclón,
bajo
el mar las raíces, junto al Cielo las flores
y
perdida a los cuatro vientos la ramazón!
¡Cuando
yo florecía, con los brazos tendidos,
eras
tú quien estaba floreciéndome así,
y fui
sonoro porque tuve nidos
cuando
tus ruiseñores anidaron en ml'!
¡Qué
prodigio de azul! Las carabelas
tienen
azul arriba y abajo y adelante!
Solo
un blanco: las velas;
y un
verdor de esperanza: el Almirante.
—¡Quiero
volver a España! Aclamó la algarabía,
porque
no presentía a en esa hora
que
estando atrás España, su barca dirigía
hacia
España la prora.
Y
cuando al fin la Anunciación de Triana
fue
de grimpola en grimpola, de mesana en mesana,
y en
pleno mar la lsla irgió su flor,
paga
los Reyes Magos que buscaban su nido,
aquel
mundo, del mar recién nacido,
fue
como el de Belén, el Salvador.
Para
cantar a España, traigan a nuestro coro
unos,
su voz de bronce y otros su voz de oro.
Poeta,
labrador, soldado, todos,
en
diversos altares y por distintos modos,
poetas,
por el numen vital del optimismo!
Canten
sus églogas los labradores,
entone
el jardinero su madrigal de flores
y
agite el navegante su poema de abismo!
Todo
el mar de Occidente rebose de murmullos;
el Árbol
de la Lengua se arrebuje en capullos;
haya
en España mimos y en América arrullos;
el
mismo vuelo tiendan al Porvenir los dos,
y el
Mundo, estupefacto, verá las maravillas
de
una Raza que tiene por pedestal tres quillas
y
crece como un árbol, hacia el Cielo, hacia Dios!
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