miércoles, 22 de enero de 2020

POEMAS DE AMOR DE PABLO NERUDA




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Foto tomado de Internet. Pablo Neruda




1. POEMA 12

Para mi corazón basta tu pecho,   
para tu libertad bastan mis alas.   
Desde mi boca llegará hasta el cielo   
lo que estaba dormido sobre tu alma.   
Es en ti la ilusión de cada día.   
Llegas como el rocío a las corolas.   
Socavas el horizonte con tu ausencia.   
Eternamente en fuga como la ola.   
He dicho que cantabas en el viento   
como los pinos y como los mástiles.   
Como ellos eres alta y taciturna.   
Y entristeces de pronto, como un viaje.   
Acogedora como un viejo camino.   
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.  
Yo desperté y a veces emigran   
y huyen pájaros que dormían en tu alma.



2. AMOR


Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte  
la leche de los senos como de un manantial,  
por mirarte y sentirte a mi lado y
en la risa de oro y la voz de cristal.  
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos  
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,  
porque tu ser pasara sin pena al lado mío  
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.  
Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría  
amarte, amarte como nadie supo jamás!  
Morir y todavía  
amarte más.  
Y todavía  
amarte más  
y más.



3. SONETO 22


Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo.
Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa
en Angola, a la luz de la luna de Junio,
o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.
Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto
mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.



4. POEMA 15


Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.




5. POEMA 20


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.  
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,  
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."  
El viento de la noche gira en el cielo y canta.  
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.  
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.  
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.  
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.  
Ella me quiso, a veces yo también la quería.  
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.  
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.  
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.  
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.  
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.  
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.  
La noche está estrellada y ella no está conmigo.  
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.  
Mi alma no se contenta con haberla perdido.  
Como para acercarla mi mirada la busca.  
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.  
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.  
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.  
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.  
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.  
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.  
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.  
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.  
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,  
mi alma no se contenta con haberla perdido.  
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,  
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.




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