LA
SERPIENTE Y LA FLOR
Isabel
Dìez Serrano.
“Querido
Lector: Bajo palabra de honor –algo desgraciadamente muy devaluado en estos
oscuros tiempos que corren-, puedo asegurarte que no es cualquier cosa el libro
cuya lectura te dispones a emprender”, dice José Nicas Montoto, poeta y doctor
en Filología, al comenzar el prólogo del libro “LA SERPIENTE Y LA FLOR”, de la
poeta, promotora cultural, crítica literaria y antóloga Isabel Dìez Serrano, al
que en el orden de aparición de sus libros corresponde el N° 33, cuya primera
edición editara en Madrid HUERGA & FIERRO editores de Charo Fierro y
Antonio J. Huerga, en el 2013 y que resultara finalista en el XXXII Certamen
Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística 2012.
El
libro se presenta con una portada de llamativo diseño por la suavidad de sus
elementos, donde Emilio Rodríguez se luce con una alegoría que amalgama los dos
motivos del título, la flor y la serpiente, logrado con una técnica envidiable.
Este paratexto hace honor al contenido de la obra.
Quienes
hemos venido leyendo a Isabel, nos encontramos de pronto con una variación de
esquema estructural, y esto nos lleva a volver a mirar por el autor del libro,
para tener la convicción de que sí, es Isabel, pero como buena creadora, nos
presenta algo distinto, al menos en lo visual, no ya en la excelencia de la
pluma que le conocemos.
Este
nuevo libro hace gala de una libertad constructiva que impacta y atrapa, donde
galanamente la autora se pasea del verso libre al consonantado, con expresiones
casi aforísticas de pareados a los exquisitos sonetos a que nos tenía acostumbrados,
pasando por las décimas y algunas solitarias cuartetas.
Todo
en su poesía es armonía, todo es música interior que va uniéndose a los efectos
que produce en el espíritu del lector, haciendo que el deleite sea la ópera
prima de esta labor.
Debemos,
por ello, repetir que la poeta Isabel Dìez Serrano ha puesto en nuestras manos
una obra de exquisita factura y sostenida pureza poética.
Habernos
detenido en lo que a primera vista nos impacta, debe tener su correlato y por
ello es pertinente expresarnos en las razones que creemos entender, por las que
Isabel vuelve reiteradamente a las imágenes de la serpiente, haciéndola
responsable de que la flor vaya paulatinamente perdiendo su esplendor.
Algo
o alguien está sufriendo y se trasluce en los versos del libro, por lo que nos
arriesgamos a decir que la autora, valiéndose de excelentes herramientas metafóricas,
nos da la noticia. Noticia que desde luego también nos hace ver su pesar. No es
solamente un juego de palabras lo que tenemos a la vista.
Isabel
recurre a estas imágenes, porque no puede dar nombres, pero no oculta que
subyace una pena quizás con nacimiento en la bíblica manzana.
Hay
en este canto lírico un mensaje cifrado que los lectores debemos descubrir, y
solamente atinamos a darle la enhorabuena a la llegada de este libro y agradecer
a su autora por el acuerdo de haberlo enviado.
Es
sumamente conocido el camino recorrido en las letras hispanas por esta
sevillana residente en Madrid. Le queremos y hacemos votos para que su voz no
acalle y sigamos teniendo la fortuna de acceder a su producción artística.
Por Jerónimo Castillo.
Argentina.
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