MESTER
DE CANTORÍA
Jorge
Castañeda.
El libro
que hoy nos entrega Jorge Castañeda, el poeta rionegrino de Valcheta, no hace
sino confirmar su calidad lírica, y desde la paz de su mirada, nos cuenta de sus
vivencias, con un reflexivo lenguaje donde no existen innecesarios
circunloquios, todo lo que rodea y que conjuntamente con el paisaje externo, va
conformando su paisaje interno, en una simbiosis envidiable.
Solitario
luchador poético de esta parte de la Patagonia argentina, Castañeda ha caminado
por el mundo a través de sus versos, a través de sus descripciones que le han
otorgado un merecido lugar en las letras hispanohablantes.
Es
esta obra, un verdadero devenir aforístico por cuanto el autor recurre una y
otra vez a la expresión conceptista, para lograr en pocas palabras, a veces en
un pantallazo, un estado de situación y todo un compendio de enfoques poéticos
con los que invita al lector a situarse en su mismo punto de observación.
Hay
momentos de su poética que nos enseña a mirar su cielo, sus pájaros, su
paisaje, el viento patagónico que golpea de diferentes maneras el rostro de
quien sale a beberlo. Solamente tres renglones y el poema está.
No
ha necesitado el autor de valerse de altisonancias en el vocablo.
Usó
la simpleza con la maestría que solamente los que han encontrado la fuerza
interior de la palabra pueden hacerlo, ya sea para hablar de su yo interior,
como para contarnos qué le dicen sus loradas al pasar volando, los atardeceres
que sólo pueden ser vistos con los ojos del cariño hacia el terruño que lo
contiene y que en Castañeda se encuentra en un caudal inmenso del que tomamos
nota a través de su palabra.
Si
quisiéramos detenernos en la temática, encontramos una amplitud que va desde
los sentimientos hacia sus seres queridos, su esposa, su hija, a las exquisitas
pinturas de su Valcheta amado, pasando por un encadenado decir filosófico, con
raíces en el pensamiento de los grandes de la humanidad, tanto los que han
cultivado la palabra como quienes se detuvieron en la búsqueda de la razón
primaria de las cosas.
Este
testimonio de la poesía madura con que Castañeda nos saluda, y que lo hace a
modo de entrega de un documento notarial al decir que ha sido dado en Valcheta
a los sesenta y cuatro años del autor, nos alienta a buscar los contenidos de
las cosas simples, convirtiendo la obra del poeta, en un dechado de verdades
dichas como al pasar, pero con la profundidad que sólo los grandes pueden
hacerlo.
Por
Jerónimo Castillo
Argentina.
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