EL NIÑO Y LA PIEDRA
Juana Rosa Pita.
a Pablo Neruda
Yo sé bien el secreto de tus versos
de piedra, oleaje
y palomas:
relámpagos sonoro
nacidos de la entraña de tierra, mar
y noche.
de piedra, oleaje
y palomas:
relámpagos sonoro
nacidos de la entraña de tierra, mar
y noche.
Y sé que aquel niño perdido
(piececito desnudo prisionero del cuero
a quien a grandes voces llamaste
en tus abismos
jinete de tu espada ensangrentó
cuartillas
(piececito desnudo prisionero del cuero
a quien a grandes voces llamaste
en tus abismos
jinete de tu espada ensangrentó
cuartillas
y cuartillas
esgrimiendo sus sueños en el puño cerrad
de tus cantos mejores
esgrimiendo sus sueños en el puño cerrad
de tus cantos mejores
Si, aquel niño
te prestó su mirada de diamante
y cuchillo
para que descubrieras los mundo
infinitos
que encierran los confines de un piano,
una alcachofa,
un ínfimo limón, dos calcetines
y hasta las cosas rotas.
y cuchillo
para que descubrieras los mundo
infinitos
que encierran los confines de un piano,
una alcachofa,
un ínfimo limón, dos calcetines
y hasta las cosas rotas.
Y te prestó sus ganas desnudas de volar
y enterrarse,
de correr velozmente como en un rito loco
de lavarse
a ensuciarse.
y enterrarse,
de correr velozmente como en un rito loco
de lavarse
a ensuciarse.
Y sé también que el niño
(de quien fuiste extranjero
sólo cuando desesperaste
o sucumbiste al reto de partir a los hombres:
a un lado, abominables.
(de quien fuiste extranjero
sólo cuando desesperaste
o sucumbiste al reto de partir a los hombres:
a un lado, abominables.
Al otro lado, buenos)
viene a tu encuentro siempre
en ese instante eterno
que despertó tus ojos a la tierra profunda:
cuando tú te despeñas del otoño de brumas
viene el niño a tu encuentro,
alza en su mano izquierda la misma liebre muerta,
mientras con su derecha desnuda
te conduce
por súbito acordeón de lámparas
y pétalos
a tu reino de piedra.
viene a tu encuentro siempre
en ese instante eterno
que despertó tus ojos a la tierra profunda:
cuando tú te despeñas del otoño de brumas
viene el niño a tu encuentro,
alza en su mano izquierda la misma liebre muerta,
mientras con su derecha desnuda
te conduce
por súbito acordeón de lámparas
y pétalos
a tu reino de piedra.
(3 de abril de 1975)
De Antología poética (1975-2018).
Selección y Prólogo Alexander Pérez-Heredia.
Fuente: Revista Norte. Quinta Epoca. No. 529 - 530 pp. 37.
Mayo – Agosto 2019.
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