ISABEL DIEZ SERRANO
PREGUNTE
Le pregunté a las olas
si existe algún país inhabitado,
tempestades rompiendo, caracolas
pronunciaron tu nombre.
si existe algún país inhabitado,
tempestades rompiendo, caracolas
pronunciaron tu nombre.
Le pregunté a los vientos,
izada en serpentinas de colores
dos blancos alazanes
me llevaron a ti.
izada en serpentinas de colores
dos blancos alazanes
me llevaron a ti.
Le pregunté a los montes
y el eco se frunció con las estrellas
dejando en una estela luminosa
negativa tu esfinge.
y el eco se frunció con las estrellas
dejando en una estela luminosa
negativa tu esfinge.
Le pregunté a la noche,
en la oscura garganta del vacío
se elaboró tu incienso.
en la oscura garganta del vacío
se elaboró tu incienso.
(Julio, 1984)
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ANGELA REYES
Bajo la tibia lluvia
de las siete y treinta de la tarde quedó tendido.
de las siete y treinta de la tarde quedó tendido.
Los labios, con el llanto por verter,
rozaban el asfalto
y su mano, quebrada en dos mitades,
guardaba el prolongado grito del invierno.
rozaban el asfalto
y su mano, quebrada en dos mitades,
guardaba el prolongado grito del invierno.
Era ambigua su cara,
eran mansos aquellos hombros
y toda la largura comprendida
desde la frente
al borde occidental de sus nómadas zapatos.
eran mansos aquellos hombros
y toda la largura comprendida
desde la frente
al borde occidental de sus nómadas zapatos.
En verdad que era triste aquel reloj sin tiempo
que calle abajo se evadía
tras el ocre del último crepúsculo
que calle abajo se evadía
tras el ocre del último crepúsculo
y aquella sombra naufragada
en un coágulo de sangre,
abierta en sepultura
bajo el pecho hermosamente varonil.
en un coágulo de sangre,
abierta en sepultura
bajo el pecho hermosamente varonil.
(Octubre, 1984)
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