miércoles, 5 de junio de 2019

UNA IMPORTANTE ANTOLOGÍA




PERFILES DE LA JOVEN LITERATURA VENEZOLANA
de Max Efraín Pérez


Colección Ateneo de Los Teques. Nº 28. 1996.
¿Poesía bajo el cielo de Caracas?
Si despertara de su largo sueño el poeta que exaltó "Sus techos rojos, su blanca torre, sus azules lomas" habría eterna poesía, pero la Caracas de hoy a pesar de su vertiginoso crecimiento urbanístico, aún es tribuna libre para las inquietudes poéticas. Muchos escritores labran su fama, desde la mesa de redacción de un periódico o bajo cuatro paredes de cemento, escasamente ventilado o torpedeado por la contaminación, hasta conformar corrientes de boga. Del azar he escogido algunos nombres: Orlando Materán, editor y coordinador cultural en La Religión, sobre todo excelente amigo y poeta connotado. De él, transcribo un fragmento del poema a la Madre.

En cada rayo de luz
en cada canto de ave
en cada rosa que florece
ahí estás tú.

Jean Nouel escribió varios poemarios, de Algodón negro salen estos versos, un tanto transidos de angustia y dolor.

Una tarde cualquiera
un único amor perdurable
una pequeña y pobre patria
un amigo sincero y puro
una emocionante lágrima
y una muerte silenciosa

Marisol Marrero escribe Segmentos de memoria, un poemario

que resume una jornada lúcida, sombreada de angustia. En ese conjunto
de versos late un corazón golpeado por una alta dosis de inconformismo, pero Marisol se atrinchera en su pensar filosófico, por donde fluye su poesía como sustancia o raíz de su propia existencia.
Con razón. el desaparecido Ludorico Silva, poeta-filosófico decía "Sé exhibe a-sí misma como especie de mujer desnuda”. Oigamos su poesía:

Segmentos de memoria     / enraizados
en el éxtasis                         menoscabado
en el sofisma                        que es mi vida
con los a jazmín                  cocida en dedecilla
a la corriente

Graciela Torres en Poemas solares cuestiona y denuncia el
tiempo transcurrido desde su parapeto soleado, pero Graciela no decae ante las circunstancias adversas, sino abre senderos de luz sobre el horizonte convulso.

Yo traigo estas palabras
que vienen con la lluvia
denunciando rostros y silencios,
silencia el que mendiga
o el que pasa de largo
Silencia el que soborna
o el sobornado que recibe.

Pedro Luis Hernández (1949-1989). Apureño de sangre, pero anduvo por senderos que fluyen en su poesía. Autor de Gonfaloniero, un poemario que remata en canto social. El poeta conoció paisajes abrumados de sombra y se dispone a integrarse en la lucha, dice:

El Gonfaloniero aprieta contra su pecho
el estandarte. No va dejarse arrebatar
la bandera por esa comparsa de muecas estáticas.

La Universidad Central de 'Venezuela lo recuerda como profesor y poeta metafísico.

Así en Jorge Antonio Aguilar, aflora el sentimiento ecológico en su medular poema "Orinoco"

Señor continental río Orinoco
eres el padre que perdí en la vida
con mis hermanos los furtivos peces
qué sin querer van a parar al mar.
Señor continental río Orinoco
padre nuestro, corazón de fuego
tendido en la llanura cumbre
coqueteando para siempre al cielo

Cecilia Labrador, veterana folklorista de arrestos juveniles, en tono elegíaco y solidario evoca la tierra de Pablo Neruda.

“Allá en la cordillera chilena
se oye el lamento de la quena
En su gemido dolido / va pidiendo
libertad para su pueblo oprimido.

Un grito vertical que parece expeler la agonía del hombre, lo encontré 'en “Arrecifes de coral”, de Modesto Vargas..

Esparzan mis cenizas al aire
que las disfrute el viento
No discutan, obedezcan mis órdenes
envíen mil voces al mar
contemplen sus máscaras plateadas
decidan si les importa o no mi ausencia.

Es inútil comentar en pocas líneas tantos poemas y poetas. Sin embargo, "El hombre", de Ibar Varas, que viene como epílogo en la muestra poética de los poetas larenses, parece preocupar a todos.

El hombre puede ser un pájaro
un lampo sin fronteras.

Un silbador tratando de encantar al viento
légamo trigal o nervadura.
Hay hombres porcelana
que se quiebran en la amistad / más trágica
los hay como totales como robles,
también hombres bandera / hombres idea
Los hay alegres que deben tantos / al vino de Epicuro
y nunca logran pagarle
y los muriéndose / como el exilio
Por sobre todo / Yo creo que el hombre es una hoja
y sobre él escribe el tiempo sus memorias.

Pablo Mora y sus libros o Almacigos

La poesía de Pablo Mora es una suma de inquietudes del Taller Literario "Zaranda", un grupo de jóvenes escritores que hace vida literaria en San Cristóbal. Es también el despertar del pueblo andino que se aprecia de ser lumbrera del sentir venezolano trinchera en las luchas políticas y foro permanente en la retórica y las bellas letras. Pablo como amigo. Como poeta y como académico abarca un amplio dominio intelectual hecho para vencer las barreras despeinar los nubarrones e imponer su voz cantante, allá donde su presencia es inexcusable.

Con Pablo Mora tuve el alto privilegio de compartir un mismo salón del Hotel Prado Río, un auditorio exigente y una mañana fresca de ponencias, cuando el 1 Festival de la Poesía Venezolana abría el búcaro de su bello repertorio para mostrar potencialidad en el ámbito internacional y creo que fue tribuna democrática, porque alternó lo viejo y lo nuevo, la experiencia y la trivialidad lo profundo y lo sencillo: En aquel ambiente pleno de oradores y detractores bajo un cielo acogedor; Pablo acudilló la voz del escritor provinciano, a veces injustamente golpeado por irreverentes letrados .de metrópoli.

En Mérida, la ciudad de las nubes blancas, se realizó el Primer Festival de la Poesía Venezolana (1987), donde advertimos  una insurgencia juvenil y fueron las aulas universitarias, tribunas de honor para el feliz encuentro. Pude apreciar a viva luz, la poesía abierta de Ramón Palomares, el relato fantástico de Delia Bencomo, el pausado ritmo de Juan Pinto, la fluida cátedra de Lubio Cardozo y la mano fraterna de Jesús Serra. Me ocuparé de una joven escritora, María Luisa Lázaro, ampliamente conocida, quien en Poemas de agua (1985), respira un aire de profunda preocupación social.

Soy un pedazo del universo
que algunas veces se entusiasma
frente a las vitrinas
llenas de joyas, ropas, zapatos.
Soy un laberinto
que lleva un combustible
que poco a poco
va consumiendo la piel

De las tierras larenses nos queda un poemario, De esta manera (1987), que reúne a veinte cultores de la poesía. Cito algunos nombres: Jesús E. Barrios, Omar Villegas, Marsy Valera, Armando Mogollón, Juan Romano, Geramel Castellano, Ibar Varas, Carlos Angulo y otros. Inútil estudiar a todos porque son valores que irán abriéndose paulatinamente del ritmo de su trabajo constante. Un poeta de rica imaginación es Jorge Antonio Aguilar, quien escribe estos versos:

Señor continental río Orinoco

mis ojos tienen parte de tu agua

y en tu caudal mi corazón te llevas

haciendo más fuerte y sandunguero.

Señor continental río Orinoco

eres el padre que perdí en la vida



En el mismo equipo figura Cecilia Labrador, quien alterna música y poesía con igual dominio. Son suyos estos versos, inspirados por la tierra de Pablo Neruda.

Allá en la cordillera andina
se oye lejano el lamento
de la quena.
En su gemido dolido va pidiendo
libertad para su pueblo oprimido

En el Primer Encuentro de la Literatura Larense (1990) se destacaron otras voces inéditas o escasamente conocidas, como Yeo Cruz, Olga Marina Mendoza, Naudy Lucena y otros.

En Maracaibo, Nueva Esparta o Apure se van gestando otros valores, sin desligarse del solar nativo. No debo ocultar mi asombro viajero, cuando estando en San Cristóbal, compartí con los inquietos miembros de Zaranda: Antonio. Mora, Daniel Parada, Ana Rosa Angarita, Luz Marina Sarmiento, Douglas A. García, que hacen las delicias del pueblo andino con atrevidos versos y estupendas estampas narrativas. Del grupo forma parte Germán Pérez Chiriboga, cuya poesía luce elegancia y vigor juvenil.

Yo soy no cabe duda un soñador
a veces sueño
a ciento veinte pájaros por día


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