ORINOCO Y LA FLECHA
ORINOCO
Dos niños
y una estrella
Son
hermanos,
nietos de
Walter Shonfeld.
Pero uno
es rubio y tiene ojos azules
Y el otro
es retostado, de ojos y rizos negros.
Han
subido a la copa del mango
y han
vuelto con un racimo rojo.
Empieza
la mañana
y están
contentos.
Se
abrazan:
"los
rizos de oro
caen
sobre los bucles negros,
con
amplitud de amanecida.
El agua
de los ojos clarísimos
se mete
en el aljibe de los ojos nocturnos.
El negro
y el azul, revueltos
se
vuelven hacia la copa del árbol
y reciben
la gota de una estrella indivisa.
Yo los
miro, pensando en 16s años remotos
en que
América hablaba y el hijo no creía.
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LA FLECHA
Yacente
Guaicaipuro, sin sangre ya la mano,
roto el
arco que el tiro midió con la centella,
buscando
a blancos torvos libérrima querella,
al viento
fue la flecha del indio americano.
Y el
viento dióle ahora la inexorable huella
que la
tendió al encuentro del cazador germano
y ardida
al sol del Indio y al sol Republicano,
quedó
sobre la cuerda del Arco de la Estrella.
"Allí,
junto a los huesos del Soldado sin Nombre,
resplandeció
en el dardo la eternidad del hombre
que a
Miranda sin tumba da la tumba sin gente;
y
encorva, encorva y cierra la luz del Monumento
y
afirmada en el Arco su vocación del viento,
la flecha
del Cacique se disparó al Oriente".
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