miércoles, 6 de noviembre de 2019
FIGURAS RELIGIOSAS EN LA POESIA
FIGURAS RELIGIOSAS EN LA POESIA
PIO XII
Ilustre príncipe de DIOS y Santo,
del fascismo vivió en brutal era.
Y levantó su voz, dura, severa,
en horas muy difíciles de llanto.
Y humilde al dictador quien pretendiera
una audiencia buscando que su manto
le diera paso cuando sólo espanto
inspiraba su voz de humana fiera.
Grande con la grandeza de lo eterno
que sólo luz irradia. El gris invierno
no visitó su vida. Fue grandioso.
Mimado de su DIOS, por eso a Cristo
dijo una vez enfermo haberlo visto
y se irguió de su lecho victorioso.
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PABLO VI
Por la paz de los pueblos fue su ruego,
su plegaria de amor y de ternura.
La violencia para él fue su amargura;
el mundo ha sido siempre sordo y ciego.
Era su voz de apóstol fresco riego
en la humana parcela terca y dura.
Sus Encíclicas cátedra de altura,
guardaba por el pobre noble apego.
Grande con la grandeza de los santos
que surgen silenciosos de entre tantos
soberbios que lastiman la pobreza.
Humilde como Cristo, el Nazareno,
que fue clavado en fiera cruz por bueno
una tarde de niebla y de tristeza.
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JUAN XXIII
Juan XXIII, el Papa santo, el bueno,
de niño pastoreaba las ovejas,
las blancas y las negras sin que quejas
salieran de sus labios. Pura y bueno.
Un día se encaminó con paso cierto
al Seminario y lo acogió gozoso.
Y se entregó a los libros fervoroso,
llevaba el corazón a DIOS abierto.
Fue su palabra de Fe alta tribuna,
su palabra de amor como ninguna
otra que el camino muestre al hombre.
Se durmió en el Señor igual que un niño,
la humanidad lo nombra con cariño,
lleva en su corazón su ilustre nombre.
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JUAN PABLO I
¿Dónde está tu presencia sonreída,
dónde tu azúcar de bondad, y dónde
tu voz que, aunque te fuiste, me responde
pues tu adiós fue un adiós sin despedida.
Hoy en el llanto su orfandad esconde
la humanidad en el dolor sumida.
Hay cosas sin razón, así es la vida,
en dónde estabas Tú, Señor, en dónde?
Te legó Juan el bueno su sapiencia,
el angélico Pablo la excelencia
de su sentir y su pensar profundo.
Pasaste santamente tan de prisa
cuando con la bondad de tu sonrisa
algodonabas el dolor del mundo.
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JUAN PABLO II
De Polonia, la ilustre, ilustre hijo,
en hogar proletario levantado.
En la siembra de paz el mundo ha andado.
lo acompaña en su andar el Crucifijo.
Heroico, ante la muerte no ha temblado,
perdonó al criminal, no lo maldijo.
Su costado sangró, cual lo predijo,
por redimir los pueblos del pecado.
Sabio. Profundo en la verdad eterna:
DIOS en su voz es luz y es la paterna
bondad que toda ingratitud humilla.
No obstante, el mundo, ciego voluntario,
negar no puede el Martir del Calvario
y ante el Papa llorando se arrodilla.
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