POESIA DE ANA ROSA DIAZ NARANJO
NO ABANDONE MI NOMBRE
De pronto la ciudad está dormida.
Como concha indeleble la entretejo
con ímpetu, reservas y no dejo
arañas al costado de la vida.
La lumbre, un girasol, tu revestida
imagen no me asfixia el entrecejo,
porque he sembrado escollos al espejo
donde acometo el llanto a la embestida.
Disipa la condena de esa voz
a peñascos, oh suerte encapullada
y consume el enigma, burla, adiós.
del azar impreciso de ser nada.
Tritura el holocausto, espera, Dios:
no abandones mi nombre a la estocada.
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